La felicidad de los pececillos de Simon Leys
Ningún experto en literatura se asombrará jamás de la distancia que separa a un escritor de sus escritos; por otra parte, no son las hazañas de la vida activa las que producen las grandes obras, sino más bien el fracaso, las penas oscuras, el hastío, la árida insignificancia de los días. Y el genio del novelista reside —como decía Orwell a propósito de D.H. Lawrence— en «la extraordinaria capacidad de conocer por medio de la imaginación lo que no puede ser conocido por medio de la observación»
|