Los viejos amigos de Sílvia Soler
Nos acercamos a la gente que sufre, buscamos palabras de consuelo o admitimos que no las tenemos, los abrazamos, pero todos sabemos que el dolor, esa mezcla de tristeza y de miedo, se espesa a medida que van pasando las horas y, cuando te das cuenta, se ha vuelto duro como una piedra y ya no hay como partirlo y, por tanto, tampoco de compartirlo.
|