Los viejos amigos de Sílvia Soler
La única certeza, transcurridas más de dos décadas desde los años de facultad, era que aquella amistad había cogido cuerpo año tras año, quizá día tras día, y que, en la vida de esos cinco adultos, representaba ahora un lugar donde encontrar cobijo, una tabla de salvación en momentos de oleaje, un cómodo y protegido lecho donde acurrucarse. Les parecía, a cada uno de ellos y también a quienes los contemplaban desde fuera, que podía resistirlo todo.
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