El verano que empieza de Sílvia Soler
Saben, aunque no lo recuerdan, que la calma puede hacerse añicos en cuestión de minutos y que allí donde había silencio y quietud puede nacer el revuelo. Que las olas pueden levantarse, amenazadoras, y desplomarse con una fuerza inclemente, que el horizonte -ahora inalterable- puede desdibujarse, cubierto por el temporal hasta desaparecer. Un día u otro llegará la tempestad, y rayos y truenos y nubarrones llenos de oscuridad. Lo saben, pero no quieren saberlo, porque hoy son jóvenes.
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