Un chico cualquiera: Aprendiz de gigoló de Sibila Freijo
A Raquel le provocó curiosidad el episodio del gigoló. Pagar por un tío que cumpliera sus fantasías, que estuviera a sus órdenes y al que pudiera incluso tratar mal la excitaba enormemente. Después de lo de Fer, básicamente despreciaba a los hombres; todos acababan siendo unos hijos de la gran puta más tarde o más temprano, así que tener a uno al que pudiera manejar a su antojo al menos durante un par de horas era algo que le ponía bastante. El problema era la pasta, claro. Con seiscientos euros en la cuenta, solo le faltaba gastarse la mitad en un tío que fuera a follarla a casa. No, aquello no podía ser.
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