La espada de la asesina de Sarah J. Maas
-Eres un maldito idiota -exhaló ella y lo tomó de la túnica-. Eres un patán y un imbécil y un maldito idiota. Él la miró como si acabara de pegarle. Pero Celaena continuó y agarró ambos lados de su cara -Porque te elegiría a ti. Y entonces lo besó.
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