Una corte de niebla y furia de Sarah J. Maas
Así que, en voz baja, tranquila y feroz, mientras se me formaban los espolones en las puntas de los dedos, tan feroces como el peso mágico que sentí entre los omóplatos, le dije a Lucien: —Cuando pasas tanto tiempo atrapada en la oscuridad, Lucien, descubres que la oscuridad empieza a devolverte la mirada. |