Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
La sangre de Bryce latía al ritmo de la música, como si ella estuviera hecha solamente para eso: el momento en que ella se convertía en notas y ritmos y bajos, cuando se convertía en una canción encarnada. Los ojos brillantes de Juniper le dijeron a Bryce que ella lo entendía, que ella siempre había entendido la libertad y felicidad y liberación particulares que surgían del baile. Como si sus cuerpos estuvieran tan llenos de sonido que apenas pudieran contenerlo, que apenas pudieran soportarlo, y solo el baile pudiera expresarlo, saciarlo, honrarlo.
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