Enero de Sara Gallardo
Y junto con esto, como si el pensamiento hubiera brotado en zona demasiado cercana del otro, una marea angustiosa la inunda con la realidad de su desgracia; la impotencia sube a su garganta, y como si el tiempo se hiciera sólido le parece oírlo, con su corriente impasible confabulada con su propio cuerpo que la traiciona y deja a merced de los días. Aprieta los dientes y siente que de su cara se retira la sangre dejando como olvidada la piel sobre los huesos.
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