Canciones de amor y guerra de Santa Montefiore
La presencia de Adeline los había mantenido unidos hasta entonces, aunque fuera de una manera muy tenue. Kitty, Celia y Bridie contemplaban el mar desde la ventana más alta del castillo. El espectáculo las había dejado mudas de asombro (...) Bridie pensó en su padre (...) al ver como se hundía el sol en el mar, un sentimiento reconfortante que no supo identificar, inundó su espíritu. Celia era demasiado joven para saber porque el amanecer la conmovía tanto, pero se sentía cautivada por el agreste misterio de Irlanda (...) Kitty, cuya sensibilidad iba muy por delante de sus años, se sentía embargada de amor por su hogar. Tenía la convicción de que, sucediera lo que sucediera en un futuro, allí donde la obligaran a ir, siempre llevaría dentro el castillo de Deverill, y eso nadie podría quitárselo "" El anillo de las Hadas era un antiguo círculo formado por diecisiete grandes piedras grises erguidas en la cima de una colina que dominaba la colorida cuadrícula de campos de labor que se extendía hasta el mar. -Este es un lugar de culto para los antiguos paganos- (...) cada una de estas piedras es una persona sobre la que pesa la maldición de convertirse en roca durante el día. Cuando se pone el sol, cobran vida. |