CHARADA de Sandra Brown
—Bueno, ¿qué? —¿Qué? —¿Vamos a follar? La inesperada vulgaridad apagó su deseo como un jarro de agua fría. Lo apartó. Él levantó las manos con un gesto de inocencia y rendición. —Acusas a los protagonistas de mis novelas de que nunca piden permiso. Yo lo he hecho. —¡Podías haber sido un poco más delicado! —Muy bien. Por favor, señora, ¿quiere usted follar? —Qué gracioso. |