Deja cantar a la muerte de Sandra Andrés Belenguer
La música no pertenecía al cerebro, sino al corazón. Y el suyo estaba marchito. Hueco por dentro. Era la sombra de una sombra
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Deja cantar a la muerte de Sandra Andrés Belenguer
La música no pertenecía al cerebro, sino al corazón. Y el suyo estaba marchito. Hueco por dentro. Era la sombra de una sombra
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