Cariño, cuánto te odio de Sally Thorne
El problema de la verdad es que resulta adictiva. —Más. Quiero saber más sobre el contenido de tu cerebro. Josh sonríe ante mi petición. —No ha habido nadie que lo haya intentado. —¿El qué?, ¿abrirte el cráneo? Usaré un martillo si hace falta. —No. Tratar de conocerme. Y nunca pensé que serías tú. —¿Quieres que deje de intentarlo? Casi no oigo su respuesta, apenas susurrada. —No. |