Ser feliz era esto de Eduardo Sacheri
Los idiotas siempre están seguros de todo, salvo de lo idiotas que son.
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Ser feliz era esto de Eduardo Sacheri
Los idiotas siempre están seguros de todo, salvo de lo idiotas que son.
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Lo mucho que te amé de Eduardo Sacheri
Ninguno de mis días estaba escrito en el día anterior , pero lo que me impacta es que , una vez vivido , cada día antecede y explica y establece y justifica y condiciona lo que sucederá después , con los días venideros .
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
La vida de un hombre tiene que cambiar después de algo así. Uno es uno antes de besar esos labios, y es otro después. Uno no puede ser el mismo que era, ahora que sabe lo que es besar esos labios.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Pero otros días piensa que no. Que lo que no pudieron construir ni componer en veinticinco años no van a poder edificarlo en un encuentro postrero signado por el rencor o la nostalgia.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Cada vez que la vio en la oficina, cada vez que conversó con ella, cada vez que la recordó estando lejos, hasta cuando la vio en el café conversando con el idiota del novio, se viene preguntando, una vez y otra vez, cómo será besar esos labios. Mientras adelanta el rostro hacia ella comprende que ese, precisamente ese, es el último segundo que va a vivir, en toda la vida, ignorando cómo es besar los labios de Florencia.
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Lo mucho que te amé de Eduardo Sacheri
¿ es el cerebro el que siente? Supongo que sí, porque el alma no queda en ningún lado y me cuesta representármela.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Ella no preguntó más. No por lo que respondió. Por el tono. Los tonos importan más que las palabras.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Uno tiene su vida. Buena, mala, la que tiene. La viene usando desde que nació. La cuida. Se preocupa por conservarla, por ir poniéndole cosas. Todo lo que a uno le pasa, todo lo que aprende lo introduce en esa vidita que tiene. Uno no piensa en lo frágil que es. O sí, pero a veces. Tampoco uno se puede pasar la vida pensando en lo frágil que es esa vida, porque la angustia sería perpetua. Insoportable.
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Lo mucho que te amé de Eduardo Sacheri
Ninguno de mis días estaba escrito en el día anterior, pero lo que me impacta es que, una vez vivido, cada día antecede y explica y establece y justifica y condiciona lo que sucederá después, con los días venideros.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Uno no constata la perduración de la existencia. La asume como perpetua.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
A veces considera su soledad una seguridad. Otras, un castigo. Pero es probable que su estado emocional sea, en el fondo, la penitencia.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Que el ser humano es un estúpido. Si las cosas no salen como uno espera, se pone mal porque las cosas no salen. Y si las cosas sí salen como uno espera, también se pone mal porque le agarra miedo de que en cualquier momento se tuerzan y dejen de salir.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Uno no constata la perduración de la existencia. La asume como perpetua. Y sin embargo a veces uno se enferma y esa ilusión de perpetuidad se desvanece.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Está bien que vengan. Y está bien que se vayan. Para que los que se quedaron puedan extrañarlos y para que los idos sientan que, llegado el caso, pueden volver. Aunque no sea cierto. Porque ninguno vuelve, salvo de visita. Hay algo que se corta, que se mueve de su centro o de su sitio. No está ni bien ni mal, pero es así.
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Lo mucho que te amé de Eduardo Sacheri
Cada vez que me siento derrotado por esta situación, cada vez que me gana la tristeza, me viene a la mente la misma idea. Ofelia me quiere. Y con eso me alcanza.
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Lo mucho que te amé de Eduardo Sacheri
importan bien poco el hospital, los médicos y la dieta, porque la enfermedad de Mabel es lo único importante y lo único que nuestro manual de ingeniería general no será capaz de solventar. Y entonces lo único que queda es la tristeza.
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Lo mucho que te amé de Eduardo Sacheri
“Soy el resultado de todos los días que llevo vividos. Y como los viví, y están en mi pasado, cada uno de esos días me parece natural, esperable, lógico, normal.”
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Nosotros dos en la tormenta de Eduardo Sacheri
Saca el boleto y se sienta. A esa hora van vacíos. Antes de guardarlo en el bolsillo revisa el número de la tirita de papel verde para ver si no le salió capicúa. Nº 83712. Hace mucho que no le toca uno.
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La noche de la Usina de Eduardo Sacheri
Pensar que la gente que uno quiere, la gente que uno necesita es, entre otras cosas, entre otras fragilidades, un corazón que late, cinco litros de sangre que van y vienen, fluidos y neuronas, todo en un equilibrio que se puede romper así de fácil. Tantas cosas que tienen que funcionar bien, o muy bien, o más o menos bien, para que siga la vida.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?