Lord Prohibido de Sabrina Jeffries
(…) Emily pensó que todo sería en vano. No lograría engañar a nadie, por más que la vistieran con el satén más elegante y le engalanaran el pelo con perlas. Podían enseñarle a bailar el vals y también a expresarse con el lenguaje de moda de la alta sociedad, pero no podían convertirla en la hija de un conde, por más que lo intentaran. Tarde o temprano la descubrirían; de eso no le quedaba la menor duda. Sólo rogaba a Dios para que la dejara culminar su trabajo antes de que la descubrieran. |