Mi relación con el cómic viene, prácticamente, desde que tengo memoria. Desde muy pequeño recuerdo abstraerme en los pocos cómics que llegaban a los quioscos de mi ciudad.
Fue un cúmulo de casualidades. Yo estaba haciendo las prácticas del Ciclo de Cómic en la editorial y, a veces, en los ratos donde me quedaba sin mucho que hacer, Manuel Gutiérrez, el editor, me pasaba las sinopsis de algunas historias que le llegaban para que le diera mi opinión sobre las mismas. Una de esas sinopsis fue Dada, cuya idea inicial me atrajo mucho. Creo recordar que al día siguiente fui con un pequeño boceto de cómo me imaginaba a la protagonista, se lo enseñé a Manu y le dije de hacer una prueba de unas cuantas páginas, sin compromiso, para ver si mi estilo podría encajar en el proyecto. Como mi forma de dar color no encajaba con una historia de aventuras, le pedí a Lizth Bianc, compañera del ciclo, si podría colorear la, al final única, página de prueba y una hoja de diseño de la protagonista. Lizth aceptó, hicimos la prueba, y tanto a Manu como a Fer les convenció, por lo que el proyecto salió adelante. En los meses siguientes, y mientras Fer terminaba de redactar el guión, fui buscando el diseño de los personajes y haciendo más pruebas de color con Lizth. Ya con el guión entre manos, realicé los storyboards, y tras algunos cambios y posterior visto bueno, las páginas finales a lápiz y tinta, mientras Lizth iba coloreando las páginas que le enviaba.
El germen de la idea es cien por cien mérito de Fer, que también se encargó de trasladar gran parte de la documentación sobre el pueblo yoruba y su mitología. Sí que puedo comentar, que las representaciones de las deidades yorubas son bastante dispares, con el villano Iku como máximo exponente de esto, por lo que me vi con mucha libertad a la hora de crear la parte gráfica de las deidades y los lugares mágicos en los que se enclava parte de la historia.
Si es así, es un sueño interesante, desde luego.
Yo veo a Dada como la representación del amor y la protección. Y la evolución del personaje a lo largo del cómic es muy interesante en este sentido.
Es una decisión estilística, y no hay nada de simbólico en cuanto a su relación con la cultura yoruba. Sí que buscaba experimentar con las posibilidades plásticas de los clásicos ojos como puntos del cómic franco belga, jugando con las formas y agregando matices expresivos. Tampoco es casualidad que los dos protagonistas compartan ojos, fue un recurso muy útil para enlazar unas escenas con otras.
El afán por crear historias lo he tenido desde siempre, pero es cierto que cada vez que disfruto leyendo una obra, las ganas de crear crecen un poco más.
La verdad es que cuando veo a un autor que hace algo maravillosamente bien, de lo que me dan ganas es de copiarlo.
Recuerdo con especial cariño Soy una matagigantes, de Joe Kelly y Ken Niimura, la primera obra donde vi cómo se usaban recursos del cómic poco convencionales, y que me motivaron a investigar sobre el lenguaje del medio y sus posibilidades.
No suelo releer ni novelas ni cómics. Aunque de estos últimos sí que repaso secuencias y los ojeo continuamente mientras estoy con algún proyecto, aunque ya los haya leído.
Como clásico del cómic, y probablemente sea imperdonable, me avergüenzo bastante de no haber leído aún Maus, de Spiegelman.
Creo que pensar que algo está sobrevalorado de forma objetiva es bastante complicado. La mayoría de las veces simplemente no estamos observando la obra desde la perspectiva adecuada. Hay muchos clásicos que he leído con los que no he conseguido conectar, pero si tuvieron éxito en un contexto y con un público determinados, significa que los autores hicieron muchas cosas bien.
En la esfera comiquera ya tienen cierto reconocimiento, pero si nos lee alguien ajeno al mundo del cómic, le recomendaría que le echara un vistazo a los tebeos de Antonio Hitos o Borja González, por ejemplo.
Lo que tengo es mala memoría, citas literarias o diálogos ingeniosos incluídos.
El hombre garabateado, de Serge Lehman y Frederik Peeters.
Gregorio Samsa es un ...