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Los raros de Rubén Darío
Decir la verdad es siempre peligroso, y gritarla de modo tremendo como este inaudito campeón es condenarse al sacrificio voluntario. Él lo ha hecho; y tanto, que sus manos, capaces de desquijarar leones, se han ocupado en apretar el pescuezo de más de un perrillo de cortesana. He dicho que la gran venganza ha sido silencio. Se ha querido aplastar con esa plancha de plomo al sublevado, al raro, al que viene a turbar las alegrías carnavalescas, con sus imprecaciones y clarinadas. (Sobre León Bloy)
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