La muela de Rosario Villajos
Comprará agua cada vez que salga a la calle y las botellas acabarán en su bolso, sobre la sucia moqueta de su cuarto, en la estantería, incluso en el escritorio de la oficina. Todas y cada una de ellas medio llenas, porque en eso consiste el síndrome de las botellas de agua, en creer que sabes mucho de la sed.
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