Recompensa, una familia de Rosa Sáenz
(…) Cuando estaba junto aquel hombre todo su cuerpo se revelaba. Sufría fuegos internos abrasadores, escalofríos que la hacían retemblar, sudores, asma y mil cosas más. Conocía los síntomas, solo le faltaba averiguar si la causa era el miedo, la aversión u otra cosa.
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