Don de lenguas de Rosa Ribas Moliné
En la biblioteca olía como siempre, a papel seco y a polvo. Y con todo, Beatriz aspiró ese aire con fruición. La biblioteca siempre había sido para ella un refugio, la puerta de entrada a la Edad Media, al Renacimiento, las épocas a las que podía escapar cuando el presente se le hacía insoportable.
|