Taberna y otros lugares de Roque Dalton
Los HOMBRES en este país son como sus madrugadas: mueren siempre demasiado jóvenes y son propicios para la idolatría. Raza dañada. La estación de las lluvias es el único consuelo. |
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Los HOMBRES en este país son como sus madrugadas: mueren siempre demasiado jóvenes y son propicios para la idolatría. Raza dañada. La estación de las lluvias es el único consuelo. |
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Bendecidos por la contradicción, somos los todo poderosos, amada. Mi ser contrario te acoge, así es como las alas hacen volar: la enemistad diaria es entonces una rara alegría que se va aglomerando. Mi dolor lo único que haces es iluminarte, lámpara para tu fiesta. |
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[...] surges, oh amor terrible, como forjado por un viejo muerto para siempre sonriente en el trono de su venganza. |
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Si no me escuchas, el deber de acudir a tus manos se me impone. Si no me ves, debo exigir ser sol. Si no me tocas, canto. Porque amas a otro es que no puedo ver cara a cara a los adoloridos. Porque amor, además, a otra, tú eres la resurrección. ¿Somos como la piedra recién arrojada? Sí. Y como el río que va y va, y se reconoce. Tú, que eres como el golpe que obliga a los árboles a dar el fruto. |
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Gocémonos hasta en nuestras ínfimas llagas: ello nos permitirá menospreciar la cicatriz, dejar para el dolor el mejor rincón de la memoria, a la plena sanidad, la acción. Digamos la afirmación que el otro ha puesto en duda. Esperemos del otro lo que no esperamos que él espere de nosotros. El amor llega a ser un diamante por la posibilidad que tuvo de ser ceniza. Tú, que me haces como tú misma. Queriéndome herir, me comunicas y mi traición es tu nueva riqueza. Tú, que eres yo mismo. |
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Pero, ahora, tengo esa edad en que todas las cosas de la vida se vuelven una pregunta y ya no se sabe si se trata del recuerdo o del redescubrimiento del cordón umbilical, cuando el aire lleno de palabras rosadas |
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mi patria es esta cueva húmeda y perfumada, esta guarida de divinidades viscosas, esta región de alcantarilla echada a rodar por la selva |
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¿Quiénes somos? ¿De dónde hemos caído? ¿Quién nos ama, sabiendo que nos disponemos a morir? |
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Menudo esfuerzo hice para tener fe tan sólo en el deseo y en el amor de quienes no olvidaron el amor y la risa. |
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Huelo a lejos del mar no me defiendo el algo he de morir por tal olor huelo a pésame magro les decía a palidez de sombra a casa muerta. Huelo a sudor del hierro a polvo puesto a deslavar con la luz de la luna a hueso abandonado cerca del laberinto bajo los humos del amanecer. Huelo a un animal que sólo yo conozco desfallecido sobre el terciopelo huelo a dibujo de niño fatal a eternidad que nadie buscaría. Huelo a cuando es ya tarde para todo. |
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EL SUEÑO NO DEBERÍA HACERME OLVIDAR MIS SUEÑOS: CAMINAR ALEGRÍSIMO EN LA CUERDA FLOJA |
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PERO ES QUE LA HUMANIDAD ES UN CONCEPTO PARA ONANISTAS PORQUE NO HAY HÉROES POSIBLES CUANDO LA TEMPESTAD OCURRE EN UN OSCURO MAR DE MIERDA. |
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[...] ¿por qué no me clasificas entre los insectos que amas? Todo es cuestión de atravesarme el cuello con un alfiler de mi tamaño y colgarme entre las crisálidas con un hermoso rotulito blanco: sábado. El aire tibio entre tu ropa y la juventud es el aceite que me he destinado, o equivocado dolor, pues en tus ojos surgen bocanadas de un humo invisible cual si confesaras de pronto ser hija de una religión prohibida. Peregrino eterno pero dejado de la sabiduría persigo tu verdad, que es falsa y bella. |
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[...] cualquier blasfemia revela su elevado sentido moral si le construyen una estética de respaldo. |
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Espulgo tu alma, amada mía, y de mis ensueños surgen volátiles huevos de piojos iguales a ínfimas pompas de jabón hechas con una aguja hipodérmica Regio: creo que he perdido el tren; caen todas las puertas y la noble visión de tu lecho resplandece más y más. |
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Espigo tu alma, amor mío, en mis sueños, y la primavera no depende de que huya el invierno: mi naturaleza cobarde persigue siempre una solución en la fecha señalada para asolear la sangre cuidará de que anochezca nublado y de que todos los cuchillos estén en el fondo del mar. |
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En el fondo del cielo luce una estrella que él llama esperanza |
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Las heridas que tú causas gozan de buena salud. Es decir, mantienen fresca su condición mortal. Pos í mismas, sin necesidad de que sobrevenga la gangrena o sus sucedáneos.
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[...] me avergüenzo amor amor ahogado muerte y más muerte entre mi corazón y una hora llamada cuatro de la tarde milagro o pena oh no me desampares altivez quien podría matarme sin hacerme reír plata de la persecución que te has perdido odio que purifica y que mereces |
Es un retelling de...