Calificación promedio: 5 (sobre 3 calificaciones)
/Yo he querido dedicarme al guion desde siempre. Con ocho años veía MacGyver y me pasaba la semana imaginando otros capítulos posibles. Pero si hablamos de guion escrito, propiamente dicho, mi primer guion fue el de El último tahúr, que escribí en la universidad como guion de cine, con 20 años.
Hacia 2008 empecé a ver que se producían muchísimas películas basadas en cómics. Entonces decidí hacer el camino opuesto, convertir mi guion de cine de El último tahúr en guion de cómic. Pero yo estaba muy verde en cuanto a cómics, había leído Tintín, Ibáñez y poco más. Así que les pedí a mis amigos expertos que me guiasen para adentrarme en el mundo del cómic y me recomendasen qué leer y en qué orden.
Que no se sepa nada sobre él es un buen punto de partida para crear su leyenda. Pero además, lo poco que él cuenta de sí mismo es, probablemente, falso. Resolver quién fue Erdnase es un enigma apasionante. Por ejemplo, él se presenta en su manual como un jugador cínico. Sin embargo pone su vida en peligro revelando los trucos de los tahúres. ¿Por qué un cínico se arriesgaría así? Yo pienso que lo dejó por escrito para que perdurase lo que él consideraba que era un arte. ¡Erdnase era un romántico! Y todos los trucos que desveló terminaron convirtiéndose en la base de la magia con cartas. Su libro es esencial para la historia de la magia.
Juande Pozuelo recibió el guion completo. Mis indicaciones eran precisas pero dejaban mucho campo para su creatividad. Eso fue un acierto, porque Juande no para de sumar calidad en cuanto tiene oportunidad. Tuvo mucha libertad para diseñar a los personajes, por ejemplo. Solíamos consensuar decisiones sobre los bocetos y cuando me enviaba las páginas con tinta y color siempre me sorprendían para bien. Como compatibilizamos el proceso con otros trabajos, completar las 132 páginas nos llevó seis años.
Mi intención era que El último tahúr tuviese todas las escenas que uno espera encontarse en un western: pelea en el saloon, tiroteo, asalto al tren, vuelta al hogar… Pero que, además, no resultase tópico. La película que más me influyó no es un western, es Forrest Gump, por el rescurso de hacer coincidir al protagonista con personajes y hechos históricos.
El Oeste Americano es una época muy desatendida en los libros de Historia, pero muy bien fotografiada. Son esas fotos las que usamos como documentación, y las añadimos en el capítulo final de material extra, del que estamos muy orgullosos.
Juande Pozuelo y yo venimos del mundillo audiovisual, somos novatos en el mundo del cómic. Yo siempre me refería a las viñetas con términos de cine, le decía a Juande que el personaje tenía que mirar a cámara, como si hubiese una cámara. En El último tahúr se nota mucho que Juande es dibujante de storyboards de películas, porque los puntos de vista que dibuja son puro cine.
Es un gustazo ver un libro tan bien editado y cuidado por Dolmen Novela Gráfica. También lo va a editar Dark Dragon Books en Holanda. Sé que es imposible que un cómic del Oeste se convierta en best seller, no lo pretendo, pero me gustaría que fuese un proyecto rentable para poder arrancar con otro cómic.
Se encontrarán el trabajo de muchos años, un libro escrito y dibujado a fuego lento que les descubrirá a un personaje enigmático que hizo algo insólito en una época fascinante. Pero, sobre todo, me gustaría que llegase a esos lectores que abandonaron los cómics al hacerse mayores. Que sirva para que se reconcilien con el tebeo.
Sigo trabajando en proyectos de televisión, pero tengo el ojo puesto en dos personajes históricos de los que tampoco se sabe mucho, cuyas historias merecen ser contadas con un buen puñado de viñetas.
Como guionista, las maravillosas series de los 80, V, MacGyver, El Equipo A... También un ciclo de Hitchcock que programó TVE.
Los libros de Agatha Christie de Editorial Molino, con aquellas portadas tan enigmáticas. Muerte en las nubes y La casa torcida me cambiaron la vida.
Historia de Venecia, de John Julius Norwich y El cine según Hitchcock, de François Truffaut.
No me avergüenzo de lo que no he leído, en el pecado llevo la penitencia, pero es bastante grave haber escrito un cómic del Oeste y no haber leído nada de Blueberry.
Me gusta mucho Green Manor, de Bodart & Vehlmann, una colección de magníficas historias cortas de misterio. También es un buen cómic para recomendar a lectores que no lean cómics y les apetezca probar.
«El descubrimiento más notable que hice a los pocos días de cumplir los 65 años es que ya no puedo perder el tiempo en cosas que no me apetece hacer», lo dice el protagonista de la gran belleza, de Paolo Sorrentino.
Los cuatro tomos de 100 balas, de Azzarello y Risso.
¿Quién mata al elfo Dobby?