Robyn Carr

—Me recuerdas a la historia del hombre y la inundación. El agua inunda su casa y él se queda en el tejado. Pasa una barca y él dice: «No os preocupéis, Dios se ocuparé de mí. Id a salvar a otros». Poco después, mientras sigue subiendo el nivel del agua, pasa otra barca y él dice lo mismo. Al poco rato está encaramado a lo alto de la chimenea y un helicóptero le lanza una cuerda. «No os preocupéis por mí», grita. «Dios se ocupará de mí». Naturalmente, el muy necio se ahoga. Y cuando se encuentra con Dios, le suelta: «Creía en ti, confiaba en ti, ¿por qué no me salvaste?». Y Dios dice: «Mandé dos barcas y un helicóptero. ¿Qué más quieres?».

—No se puede intentar. Intentar es una lucha y hacer es una acción. El acto de intentar no se puede ver. Lo que sí se ven son los resultados de lo que se hace. Intentar produce estrés porque no sólo tienes un problema, sino que además te cargas de frustración al ver que no desaparece sólo porque tú quieras. Es como si te dicen que no pienses en elefantes rosas. Imposible. Lo que tienes que hacer es parar. Decirte a ti mismo: «Se acabó, por ahora». Irte mentalmente a otro sitio y concentrarte en una escena apacible. Respirar hondo. Relajarte. Cambiar tu estado mental. Hace falta práctica, pero con el tiempo se vuelve más fácil.

El dinero no puede comprar amor. El amor es lo que compra amor. Y el trabajo duro es admirable. Pero la pérdida es inevitable. Forma parte de la vida y ninguna cuenta corriente en el bando te ayudará a superarlo más deprisa.

Era una mujer con espíritu. Y también le había parecido atractiva. Pequeña, rubia, con los ojos azules, la boca en forma de corazón y un trasero que sus vaqueros realzaban de forma notable.

-Mel, puedo asegurarte que éste es un buen lugar para curar las heridas del corazón.
-¿Lo dices por propia experiencia?
-De alguna manera, sí. Pero yo no vine aquí asustado. Estaba buscando un lugar como éste, en el que hubiera buena pesca y buena caza. Un lugar aislado del mundo y sencillo, en el que pudiera encontrar aire fresco, valores decentes y gente trabajadora y dispuesta a ayudarse. Y eso es todo lo que he encontrado aquí.

-¿Sabes? Eres lo mejor que me ha pasado desde que llegué a Virgin River. Si no hubiera sido por ti, este año habría sido horrible.

-Gracias por el vino. Estaba muy rico.
-Tengo muchas botellas.
-Y yo mucha azúcar.
-En ese caso, estaremos en contacto.

-No es un lugar perdido de la mano de Dios, Joey. Es... -se esforzó en encontrar la palabra adecuada-, es un lugar maravilloso. Es cierto que la arquitectura deja mucho que desear. La mayor parte de las casas son viejas y pequeñas. Pero el paisaje es sobrecogedor. Y no estoy sola. Tengo un pueblo. Jamás en mi vida había tenido un pueblo.

—Perdona, pero ¿el trabajo de la ayudante de un pastor no consiste en facilitarle las cosas a su jefe?
—No, Su Santidad. Consiste en ayudarlo. Y eso estoy haciendo. Y pienso seguir haciéndolo. Y estando guapa, además. Así que, ¿a qué viene ese dolor de cabeza? ¿Es que anoche bebiste más de la cuenta?
—Pensé más de la cuenta, creo.

Rob, tú eres la relación más seria que ha habido en mi vida desde que era una cría, pero todavía no estoy en ese punto.