Aprendiz de asesino de Robin Hobb
-Es que ahora me siento tan solo- me oí decir, y aun a mis oídos sonó como una pobre excusa. -¿Solo? -Burrich arrugó el entrecejo-. Traspié, me tienes aquí. ¿Cómo puedes decir que estás solo? Y ése fue el fin de la conversación, con ambos mirándonos sin comprendernos. |