Archipiélago de Roberto Echavarren
El estilo es una cuestión del alma. El turbio Trump tenía alma de abusador. Quería ser el playboy supremo, el jugador supremo de su realidad con la prepotencia de un cerebro damnificado. Se comportaba como un chimpancé macho haciendo alharaca. Imitaba el peinado de Elvis Presley sujetando el pompadour con horquillas, para que no se despeinara al bajar y subir bajo las ráfagas de hélice de su helicóptero. (...) La sola mentira del necio hace más daño del que se puede reparar, deja un rastro de basura que alimenta el resentimiento. Estábamos en el tentáculo muerto del imperio de Trump. Lo que se ve no se pregunta. |