La Nona de Roberto Cossa
CARMELO — ¿Qué turno preferís? ¿El de la mañana o el de la tarde? CHICHO — (Alarmado). ¡Pará... pará! (Chicho observa que nadie escuche. Crea una pausa expectante.) Escuchame… Escuchame bien, ¿eh? (Se acerca como para una confidencia). ¿Y si la hacemos… yirar? CARMELO — ¿Hacerla qué? CHICHO — (Carraspea y hace un gesto cómplice) Yirar… Hacer la calle. (Carmelo lo mira.) A la Nonita… Carmelo agarra a Chicho por el cuello. CARMELO — ¿Qué decís? CHICHO — ¡Pará… soltá! CARMELO — Nuestra familia fue siempre decente. Pobre, pero decente. CHICHO — ¡Pará! (Logra soltarse.) No te pongás moralista, Carmelo. Hoy en día nadie vería mal una cosa así. CARMELO — ¿Pero cómo vamos a hacer yirar a la Nona? CHICO — Escuchame… Puede andar un vagón. CARMELO — ¿Pero quién va a querer? (Señala hacia la pieza de la nona.) CHICHO — ¿Quién va a querer? Está lleno de degenerados, Carmelo. Los tiempos cambiaron. En Suecia andan con los perros, ¿sabías? Carmelo hace un gesto de sorpresa. CARMELO — ¿Con los perros? CHICHO — ¡Como lo oís! ¡Con los perros! Y bueno… Entre un perro y… (Señala hacia la pieza de la Nona). ¿Por qué no? Y ella puede divertir. CARMELO — ¡Pero no, Chicho! ¡Estamos todos locos! ¿Cómo nosotros… de qué manera….? CHICHO — ¿De qué manera? Como se hacen estas cosas. La parás en el cruce a las tres de la mañana… Escuchame: los que vienen en banda y medio mamados agarran cualquier cosa. CARMELO — (Luego de analizar la posibilidad.) ¡Pero no, Chicho, terminala! Hoy mismo le hablo al pescadero. + Leer más |