Ensayos literarios de
Robert Louis Stevenson
Entonces volvía de nuevo a ese escenario de vida concurrido y soleado en que me resultaba tan fácil olvidarme de mí mismo, de mis cuitas y de mi entorno: un lugar ajetreado como una ciudad, iluminado como un teatro, repleto de rostros memorables, y resonante de una hermosa dicción. Mis sopores arrastraban el hilo de aquella epopeya; al despertarme seguía intacto y con enorme placer me sumergía de nuevo en la lectura a la hora del desayuno, que sólo abandonaba con una punzada de dolor para atender a mis quehaceres, pues ninguna parte del mundo me ha parecido nunca tan fascinante como estas páginas, y ni siquiera mis amigos son para mí tan reales, ni acaso tan queridos, como D'Artagnan.