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Último suspiro de Robert Bryndza
Erika se volvió y miro por la ventanita, hace un pequeño patio cuadrado de hormigón. —Janelle no tenía a nadie. Nadie en la vida, nadie en la muerte —musitó—.¿Cómo puede ser? Algunas personas están rodeadas de familiares y amigos, y otras andan solas por la vida. —Tú me tienes a mí —dijo Peterson—. Lo sabes, ¿no? —No hablaba de mí misma... —Ya. —Gracias, James... Pero tengo que seguir con esto. —Aunque continuó mirando por la ventana. Peterson salió y cerró la puerta. Entonces ella se giró de nuevo y se enjugó una lágrima. |