James y el melocotón gigante de Roald Dahl
El túnel era húmedo y lóbrego, y tenía ese curioso olor agridulce de los melocotones maduros. El suelo estaba encharcado, las paredes estaban húmedas y pegajosas, y del techo caían gotas de jugo de melocotón. James abrió la boca y lamió algunas gotas con la lengua. Tenía un sabor delicioso.
|