La quinta ola de Rick Yancey
No, me refiero a los alienígenas que nos montamos en la cabeza. Los que nos inventamos, los que llevamos inventándonos desde que nos dimos cuenta de que esas luces que brillaban en el cielo eran soles como el nuestro y probablemente tenían planetas como el nuestro girando a su alrededor. Ya sabes, los alienígenas que imaginamos, la clase de alienígenas que nos gustaría que nos atacaran: alienígenas humanos. Los has visto millones de veces. Bajan en picado desde el cielo en sus platillos volantes para arrasar Nueva York, Tokio y Londres, o recorren el campo en enormes máquinas parecidas a arañas mecánicas que escupen rayos láser; y la humanidad siempre, siempre deja a un lado sus diferencias y se une para derrotar a la horda alienígena. David mata a Goliat y todos (salvo Goliat) se van contentos. Qué mierda. Es como si una cucaracha ideara un plan para derrotar al zapato que se pone a aplastarla. No hay forma de saberlo a ciencia cierta, pero apuesto lo que sea que los Otros conocen a los alienígenas humanos que nos imaginamos, y apuesto lo que sea a que les hicieron muchísima gracia. |