Rick Bass

No sé cómo escribir sobre este lugar de forma ordenada, porque estoy descubriéndolo al tiempo que escribo.

Esta acumulación de rabia no es una buena costumbre, pero no puedo hacer nada al respecto, excepto pelear o huir. Así que huyo.

Esta tarde estuve un ratito en el bosque, en camiseta, y dejé que la nieve me inundara.

Anoche hacía frío en la casa. Nos quedamos dormidos en el suelo, delante de la chimenea, calentitos después del urogallo al limón (jugoso y con mucha grasa), arroz sucio, pan casero, patatas al horno y la última lechuga de la temporada.

Una anciana a la que todo el mundo llama Yaya lleva viviendo aquí toda la vida. Ochenta años en Yaak. A saber la de cosas que se ha perdido. Pero a saber la de cosas que ella ha visto y al resto del mundo se le escaparon.

No me importa el frío. La belleza hace que merezca la pena.

Hay días en los que prometo, que juro, que, mientras pueda seguir subiendo el sendero de detrás de la casa o salir al porche y mirar las estrellas, nunca seré infeliz, nunca.

No me importa el frío. La belleza hace que merezca la pena.

Es fácil aprender ciertas cosas cuando las ves suceder a cámara lenta.

Escritores. Todo lo dejan a medias, parece ser, excepto, en ocasiones, su escritura.

Hay días en los que prometo, que juro, que, mientras pueda seguir subiendo el sendero de detrás de la casa o salir al porche y mirar las estrellas, nunca seré infeliz, nunca. No sólo doy gracias por lo que tengo; las proclamo.

Este valle tiembla de misterio, de belleza, de secretos; aun así, no da ninguna respuesta. A veces creo que este valle (tan alto en las montañas y entre tanta espesura) es como un paso más cerca del cielo, el último lugar antes de llegar a lo auténtico.

eso es lo que hace falta en el paraíso para que el paraíso sea el paraíso: un fallo. Una cosa pequeñita, un mal ligero, que defina la maravilla y riqueza de todo lo demás.

Hay que aprender a amar el frío, el invierno. Si amas la tierra, el paisaje (si de verdad amas la tierra), puede que descubras que eres capaz de amarlos, sobre todo, en invierno.

En este lugar, nadie pide nada. Ni que te digan qué hora es, ni que te ayuden a construir tu casa, ni que te remolquen si te quedas atascado. Esto no quiere decir que tales cosas no se ofrezcan, pero aquí los fundamentos de la comunicación (las palabras) no han evolucionado, aún no, al ser tan grandes las distancias y tan pocas las personas, y espero que no pase nunca. Las acciones, y no las palabras, son la forma de comunicarse.
(...)
Es una tierra de mudos, de gente que hace cosas, pero no las dice.

"Todo lo que he aprendido hasta ahora estaba mal. Voy a tener que empezar de cero."

"Era como marchar a la guerra o enamorarse, o despertarse de un sueño maravilloso o tener uno: vadear el agua fría un día de otoño."

"Me estoy alejando de la raza humana. No quiero sonar grosero, pero me está gustando."

"Si miras hacia la nieve y más allá, intentando ver a través de ella el bosque que hay al otro lado del prado, parece caer rápido, y tu vida, si dejas que te engañe del mismo modo, parece igual de precipitada y frenética. Pero si te acuerdas de mirar la nieve como un niño o un tejano (hacia arriba, intentando ver de dónde procede), la lentitud con la que cae, la morosidad de su recorrido, te lanzarán de inmediato a un estado más llano, más lento, en el que no hay duda de que vivirás el doble de tiempo, verás el doble de cosas y, al final, serás el doble de feliz. La nieve es algo inconcebible, más que la lluvia, que cualquier cosa".

Me estoy alejando de la raza humana. No quiero ser grosero, pero me está gustando.