Observada de Renée Knight
Veo con total claridad a la mujer de la que me enamoré, la mujer con la que me casé y con la que viví. Pero ahora también veo a la mujer en la que se convirtió tras el nacimiento de Jonathan. Un florecimiento inicial seguido de un crecimiento descontrolado de serpollos, ramas, brotes dispersos y mal cuidados, que se desarrollaban mientras ella trataba de aferrarse a su hijo, de protegerlo, de convertirlo en lo que no era. Para lograrlo, tuvo que desvirtuarse: tuvo que convertirse en una criatura espinosa y retorcida.
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