Antes que anochezca de Reinaldo Arenas
Creo que allí mismo me prometí irme de aquel pueblo cuando pudiera, y, si fuera posible, no regresar nunca; morir bien lejos era mi sueño, pero no era fácil de realizar. ¿Dónde ir sin dinero? Y, por otra parte, el pueblo, como todo sitio siniestro, ejercía cierta atracción fatal; inculcaba ciertos desánimos y una resignación que le impedía a la gente marcharse.
|