Adiós, muñeca de Raymond Chandler
El matón trató de asestarle un golpe de rodilla en la entrepierna. El hombretón lo hizo girar en el aire y deslizó sus zapatos brillantes sobre el desgastado linóleo que cubría el suelo. (cap. 1)
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Adiós, muñeca de Raymond Chandler
El matón trató de asestarle un golpe de rodilla en la entrepierna. El hombretón lo hizo girar en el aire y deslizó sus zapatos brillantes sobre el desgastado linóleo que cubría el suelo. (cap. 1)
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PLAYBACK de Raymond Chandler
La voz que salía del teléfono tenía un tono chillón y perentorio, pero no conseguía entender bien lo que decía, en parte porque aún estaba medio dormido y en parte porque estaba sosteniendo el auricular al revés. (cap. 1)
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La hermana menor de Raymond Chandler
El cristal de la puerta tiene una maltrecha inscripción en negro: "Philips Marlowe. Investigaciones". (cap. 1)
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La ventana alta de Raymond Chandler
La casa estaba en la Dresden Avenue, en la zona de Oak Noll de Pasadena; era grande, sólida, de aspecto frío, con muros de ladrillos color borgoña, tejas de terracota y adornos de piedra blanca. (cap. 1)
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El sueño eterno de Raymond Chandler
Todavía contemplaba los ardientes ojos negros del militar cuando se abrió una puerta, muy lejos, debajo de la escalera. No era el mayordomo que volvía, Era una jovencita de unos veinte años, pequeña y delicadamente proporcionada, pero con aspecto resistente. (cap. 1)
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El largo adiós de Raymond Chandler
La primera vez que vi a Terry Lennox él estaba borracho en un Rolls-Royce modelo Silver Wraith delante de la terraza de The Dancers. (cap. 1)
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La dama del lago de Raymond Chandler
Con el polvo que tragué en aquel recorrido se habría podido hacer una bandeja entera de bollos de tierra.
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La dama del lago de Raymond Chandler
Un detective privado puede molestar a cualquiera. Somos tercos y estamos acostumbrados a los desplantes. Nos pagan por día y lo mismo nos da emplear el tiempo en molestarle a usted que en cualquier otra cosa.
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La dama del lago de Raymond Chandler
No me gustan sus modales. -No se preocupe por eso. No los vendo. |
El sueño eterno de Raymond Chandler
Me desperté con sabor a guante de motorista en la boca, bebí un par de tazas de café y repasé los periódicos de la mañana.
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El sueño eterno de Raymond Chandler
No estaba en condiciones de decir si se trataba de objetos de calidad, dado que no colecciono antigüedades, a excepción de facturas sin pagar.
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El sueño eterno de Raymond Chandler
- ¿Quien es? - pregunté - La señorita Carmen Sternwood, señor. - Deberían ustedes destetarla. Parece que ya tiene edad suficiente. |
Todo Marlowe de Raymond Chandler
Mientras me miraba fijamente, su mano izquierda empezó a avanzar poco a poco hacia la pistola. Pertenecía sin duda a la Sociedad de la Mano Errabunda. Seguro que las chicas habían tenido más de un problema con él.
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El simple arte de matar de Raymond Chandler
La base emocional de la novela de detectives corriente era y sigue siendo la de que el asesinato siempre es descubierto y que la justicia triunfa. Su base técnica era la insignificancia relativa de todo, salvo el desenlace final. La base técnica de la narrativa tipo Black Mask consistía en que la escena era superior al argumento, en el sentido de que un buen argumento era el que producía buenas escenas.
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El simple arte de matar de Raymond Chandler
Si releo mis propios cuentos, resultaría absurdo que no tuviese el deseo de haberlos hecho mejores. Pero si hubieran sido mejores no los habrían publicado.
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El largo adiós de Raymond Chandler
Todos los escritores son basura y yo soy uno de los peores. He escrito doce best-sellers, y si alguna vez termino ese montón de hojas que están en el escritorio es posible que haya escrito trece. Y ni siquiera uno de ellos vale la pólvora necesaria para mandarlo al infierno.
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El largo adiós de Raymond Chandler
—Lo tiene todo pensado, ¿no es eso, Marlowe? —He tenido tiempo suficiente. Sobre el señor Harlan Potter sólo sé que vale unos cien millones de dólares y que es el dueño de nueve o diez periódicos. ¿Cómo va la publicidad? —¿La publicidad? —Su voz adquirió la frialdad del hielo. —Sí. Ningún periodista me ha entrevistado. Esperaba hacer mucho ruido en la prensa con todo esto. Conseguir un montón de clientes. Detective privado prefiere ir a la cárcel antes que traicionar a un amigo. |
El largo adiós de Raymond Chandler
Me habría contado la historia de su vida si se lo hubiera pedido. Pero ni siquiera le pregunté cómo le habían destrozado la cara. Si lo hubiera hecho y me lo hubiese contado, es posible que se hubieran salvado un par de vidas. Sólo posible, nada más.
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La hermana pequeña de Raymond Chandler
Esta noche no eres humano, Marlowe. Tal vez nunca lo hayas sido y nunca lo serás. A lo mejor soy un ectoplasma con una licencia de detective privado. A lo mejor todos somos así en este mundo frío y en penumbras donde siempre sucede lo que no debería suceder.
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La hermana pequeña de Raymond Chandler
—Si tiene la intención de quedarse tan cerca de mí —dije—, tal vez sería mejor que se pusiera algo de ropa. Echó la mano hacia atrás y me sacudió un buen bofetón. Sonó tan fuerte como el portazo de la Gonzales, y dolió. Me hizo acordarme del chichón que tenía en la cabeza. —¿Le he hecho daño? —preguntó con suavidad. Asentí. —Me alegro. Tomó impulso y me abofeteó de nuevo, sólo que más fuerte. —Sería mejor que me besara —susurró. |
¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?