Fahrenheit 451 de Ray Bradbury
El televisor es “real”. Es inmediato, tiene dimensión. Te dice lo que debes pensar y te lo dice a gritos. Ha de tener razón. Parece tenerla. Te hostiga tan apremiantemente para que aceptes sus propias conclusiones que tu mente no tiene tiempo para protestar, para gritar: ¡Qué tontería!.
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