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Barcelona, 1912: La sangre de las malditas de Raúl Montilla
Es lo que tiene el gentío, en el que los viles asesinos pueden dar rienda suelta con total crueldad a sus más profundos instintos sin tener cargo de conciencia: Al contrario, al regresar a casa la única sensación es la de haber cumplido con el deber.
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