La joya de Laura de Raúl León Moresco
¿Era justo que él intercambiara su felicidad por la suya? Tragó de nuevo saliva. Esta vez le supo a un veneno ardiente al paso por su garganta.
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La joya de Laura de Raúl León Moresco
¿Era justo que él intercambiara su felicidad por la suya? Tragó de nuevo saliva. Esta vez le supo a un veneno ardiente al paso por su garganta.
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La joya de Laura de Raúl León Moresco
A don Leandro le habían enseñado desde pequeño a saber tratar con gente de poder. Políticos, jueces, banqueros. A todos conocía y a todos halagaba, y siempre fue el objetivo de su vida conseguir que la mayoría de ellos le debiera favores. Así es como había conseguido por el momento tener a Alberto donde le tenía. Tenía muy buena planta, y había conseguido enseñarle a ser un líder, a pesar de que como estudiante y trabajador era un auténtico desastre. Le gustaban la fiesta y la buena vida, pero no el sacrificio para llegar a ellos. Don Leandro sabía que era culpa suya y el exceso de mimo. Consecuencias de ser padre tardío de un hijo único, solía repetirse.
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La joya de Laura de Raúl León Moresco
Alba comprobó que estaban solos. Sabía que Alberto tenía muchos padrinos y estaba protegido. Se notaba que en la vida siempre había ido con total impunidad. Pensó en sus posibilidades si denunciaba aquel intento de acoso, y decidió que no merecería la pena. Nadie la creería.
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La joya de Laura de Raúl León Moresco
Olía a verano y barbacoa, a jardín y a piscina, y sobre todo, olía a familia, a amigos y a risas. Con pena Laura se percató de que ese olor era un olor antiguo, un olor que difícilmente volvería alguna vez.
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La joya de Laura de Raúl León Moresco
Eran dos miradas desesperadas. Dos miradas de vidas tiradas por la borda. Dos miradas de quiero pero no puedo. Dos miradas llenas de decisiones equivocadas y vitalidad mal interpretada. Dos miradas de padres desesperados, dos padres luchando por sus hijos. Eran dos miradas que no querían estar allí.
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Gregorio Samsa es un ...