Escrito en las estrellas de Raquel Silva
En un rincón de la estancia seguía el mullido sillón que mi padre compró cuando yo tenía ocho años para que me sentara a leer mientras él trabajaba en sus casos. No puedo ni contar a cuántos lugares he viajado en ese sillón. Cogía un libro, me sentaba allí, y me perdía entre las páginas de ese mundo de papel.
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