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Memento mori de Rafael Marín
El Mal experimenta como experimentan los hombres con los ratones. Y mientras los ratones mueren, el Mal pervive.
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Calificación promedio: 5 (sobre 15 calificaciones)
/Fundada en Argentina en 1955 e incorporada a Grupo Planeta en 2001. Literatura fantástica y ciencia ficción. Editor de la obra completa de J. R. R. Tolkien, Minotauro cuenta con autores como Philip K. Dick; Ray Bradbury, artífice de las míticasCrónicas marcianas; Ursula K. le Guin, creadora de Terramar; William Gibson, padre del ciberpunk; John Crowley; Kim Stanley Robinson, autor de la Trilogía de Marte, y el popular Christopher Priest. Cuenta, además, con exitosos autores españoles como Javier Negrete, León Arsenal, Rafael Marín y Juan Miguel Aguilera. Además de los autores clásicos del género, el catálogo de Minotauro cuenta con colecciones dedicadas a la fantasía con títulos como El hombre marcado, de Peter V. Bret, o Lamento, de Ken Scholes, la ciencia ficción La Vieja Guardia de John Scalzi es un buen ejemplo y el terror con obras como la antología Zombies, editada por John Joseph Adams, o la novela 13 balas, de David Wellington.
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Memento mori de Rafael Marín
El Mal experimenta como experimentan los hombres con los ratones. Y mientras los ratones mueren, el Mal pervive.
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Memento mori de Rafael Marín
Cuando las cosas pasan una vez, se llaman milagro. Cuando pasan dos, es maldición.
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Ora pro nobis de Rafael Marín
Lo que más se odia es aquello que se ha perdido y no se podrá recuperar nunca.
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Ora pro nobis de Rafael Marín
Una Europa que vendía sueños por televisiones y redes sociales y que sin embargo no admitía ya a nadie en su paraíso. Una Europa que se decía abierta y había cerrado sus muros a cal y canto. Una Europa vieja que no admitía nuevas sangres que repoblaran de juventud su incierto futuro como centro del mundo.
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Victoria. La odisea de Magallanes y Elcano de Rafael Marín
Tuvimos miedo, del primer al último hombre, en las cuatro naos supervivientes. Tuve miedo yo, a pesar del frío y la humadad que me calaba los huesos. Tuvo miedo Enrique el malayo, que había vivido tantas tormentas en tantos mares que se había imaginado a salvo de este tipo de muerte. Tuvieron miedo los capitanes, y los pilotos, y los pajes, y los grumetes. [...] Y tuvo miedo Magallanes: se le notaba en la tez enverdecida, en los ojos hundidos y la mirada febril, [...]. Miedo a la muerte o miedo al ridículo, eso ya no lo sé. Miedo a hundirse y hundirnos, ahora, por la imprudencia de dejar el santuario profanado de Puerto San Julián y lanzarnos de nuevo a navegar. Miedo al castigo divino de aquella maldición del cura abandonado en tierra que parecía habernos augurado, Miedo al miedo.
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Astillas en la piel