A contraluz de Rachel Cusk
"—¿Qué dices, Paniotis? —exclamó Angeliki—. ¿Que tus hijos han emigrado porque sus padres se divorciaron? Amigo mío, me temo que te equivocas dándote tanta importancia. Que los hijos se queden o se vayan depende de sus ambiciones: su vida es suya. Hemos acabado convenciéndonos, no sé cómo, de que si decimos ni que sea una palabra fuera de lugar ya los hemos marcado para siempre, pero eso es ridículo, claro está, y, de todos modos, ¿por qué su vida tendría que ser perfecta? Esta idea nuestra de perfección el lo que nos agobia, y está profundamente arraigada en nuestros deseos."
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