Wonder. La lección de August de R. J. Palacio
Y me eché a llorar. No pude evitarlo. Tenía los ojos tan llenos de lágrimas que apenas veía nada, pero no podía limpiármelas porque caminaba con la máscara puesta. Estaba buscando un lugar diminuto donde meterme y desaparecer. Quería un agujero en el que pudiese caerme: un agujerito negro que se me comiese.
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