Eneida de Publio Virgilio Marón
¿Por qué te entregas a ese insensato dolor, dulce esposo mío? Dispuesto estaba por la voluntad de los dioses lo que hoy nos sucede; ellos no quieren que te lleves de Troya a Creusa por compañera; no lo consiente el Soberano del supremo Olimpo. […] Adiós, pues, y guarda en tu corazón el amor de nuestro hijo. […] y se desvaneció en el aura leve.
|