Seis personajes en busca de autor de
Luigi Pirandello
El padre.- […] Y vuelvo a preguntarle muy en serio ¿Quién es usted?
El Director.- (Dirigiéndose casi maravillado, y al tiempo irritado, a los actores.) ¡Oh! ¡Verdaderamente hace falta mucha cara dura! Uno que se las da de personaje, ¡Venir a preguntarme, a mí, quién soy!
El Padre.- (Con dignidad, pero sin altanería.) Un personaje, caballero, siempre puede preguntarle a un hombre quién es. Porque un personaje tiene realmente una vida suya, marcada por caracteres suyos, por los cuales es siempre «alguien». Mientras que un hombre -y ahora no me refiero a usted-, un hombre, en general, puede no ser « nadie».
El Director.- ¡Claro! Pero usted me lo pregunta a mí, ¡que soy el Director! ¡El director de la compañía! ¿Entendido?
El Padre.- (Casi en sordina, con meliflua humildad.) Es sólo por saber, señor, si verdaderamente usted, como es ahora, se ve… como ve, por ejemplo, transcurrido un tiempo, lo que usted era antaño, con todas las ilusiones que entonces se hacía; con todas las cosas, en el interior de usted y fuera, como entonces le parecían -¡y eran, eran realmente para usted!- Pues bien, señor: recordando aquellas ilusiones que ahora ya no se hacen; todas aquellas cosas que ahora ya no le « parecen» como « eran» para usted antaño… ¿No siente que algo le falla, no digo estas tablas del escenario, sino el terreno, el terreno bajo los pies, cuando piensa que igualmente «éste» que usted se siente ahora, toda su realidad de hoy tal como es, está destinada a parecer ilusión mañana?
Pág. 107.
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