Mujeres errantes de Pilar Sánchez Vicente
La guerra desata las pasiones más rastreras y por cada héroe hay cien cobardes que visten la venganza de justicia.
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Mujeres errantes de Pilar Sánchez Vicente
La guerra desata las pasiones más rastreras y por cada héroe hay cien cobardes que visten la venganza de justicia.
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Mujeres errantes de Pilar Sánchez Vicente
Mi psicóloga dice que enterrar las emociones antes de agotarlas supone convertirlas en zombis, en muertos vivientes que te persiguen despierta transformando tus días en una prolongada pesadilla.
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La muerte es mía de Pilar Sánchez Vicente
Eurípides decía que a los muertos no les importan sus funerales, las exequias suntuosas se realizan para satisfacer las necesidades de los vivos. Y sobre estas, Rita sabía mucho.
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La muerte es mía de Pilar Sánchez Vicente
“Un cadáver tiene mucho que decir. Solo hay que permitirle hablar”
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Pilar Sánchez Vicente
El nombre de Dios ha sido utilizado para condenar a las mentes racionales, por eso en este país la mayoría embisten en lugar de pensar.
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Pilar Sánchez Vicente
Yo veía repetirse la historia vivida en Francia tras la Revolución. Es fácil desmontar un Estado, lo imposible parece construirlo. Como allí, las ideas empezaron a fragmentarse y las facciones a dividirse y multiplicarse. El discurso de la razón se transformó en un discurso bélico y la piel de toro se convirtió en un campo de batalla.
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La hija de las mareas de Pilar Sánchez Vicente
El mensaje estaba claro: cualquier mujer que interviniera en política merecía y recibiría un castigo ejemplar. No fue la primera ni la única. Como ella, decenas de compañeras y amigas fueron acusadas y guillotinadas sin escrúpulos, sirviendo de ejemplo para el resto de las francesas. En la República de la Libertad quedaba prohibida la Igualdad.
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La hija de las mareas de Pilar Sánchez Vicente
Si existe alguna diferencia, se debe al aprendizaje, que debe ser favorecido para hacernos más útiles y felices
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Mujeres errantes de Pilar Sánchez Vicente
Julia hablaba a tumba abierta, con una sinceridad extrema. En ocasiones me ponía los pelos de punta, otras veces se me escapaba alguna lágrima. A su lado había vuelto a llorar.
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La edad de la inocencia