La muerte de la mariposa de Pietro Citati
Pero fue precisamente Fitzgerald quien comprendió a su mujer como nadie, el que pronunció las palabras acertadas. El 7 de diciembre de 1940, unos días antes de morir, le escribió a su hija: Los enfermos mentales son simples invitados en la tierra, eternos extranjeros que llevan consigo decálogos rotos que no saben leer.
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