El catalejo lacado de Philip Pullman
Will hundió la daga en aquel punto y comprobó que su suposición era acertada. La resonancia significaba que el suelo del mundo que había abierto estaba a la misma altura que el mundo en el que él se encontraba. Contempló un altiplano [...] en el que aparecía un rebaño de animales que pacían tranquilamente, unos animales que él jamás había visto, del tamaño de un bisonte, con grandes cuernos, un espeso pelaje azul y una crin de pelos tiesos en el lomo.
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