La mascara de la noche de Philip Gooden
Para empezar, te enfundas el traje. Te lo pones para practicar, para ver cómo te queda. No, te lo colocas para ver cómo quedas tú en él, cómo quedas en el papel que has elegido para ti. Pero antes, escuchas pegado a la puerta. No llega ningún sonido del corredor exterior, no se oyen pies correteando, ni charlas, ni risas contenidas. Es ese punto muerto en mitad de la tarde, cuando ya se ha hecho el negocio de la mañana y los preparativos para la noche aún no han comenzado. y aun así tienes la precaución de correr el pestillo. |