Pobre patria mía de Pedro Ángel Palou
Soy el hijo de Petrona Mori, el niño que caminaba por los patios del mesón de la soledad, el niño huérfano, el niño solo. Soy para mi desgracia, eterno.
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Pobre patria mía de Pedro Ángel Palou
Soy el hijo de Petrona Mori, el niño que caminaba por los patios del mesón de la soledad, el niño huérfano, el niño solo. Soy para mi desgracia, eterno.
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Todos los miedos de Pedro Ángel Palou
A pesar de que cojea después de la pelea con Zavalgoitia, Fausto Letona va dando saltos. Piensa en la segunda ley de la termodinámica, de sus clases de física en la Escuela Militar de Ingenieros, a la que entró por insistencia de su padre. No es posible devolver el calor a un líquido que se enfría sin aplicar mucho calor. Simple. Pero mejor explicado por su profesor: el desorden llama a más desorden. El caos llama al caos. Es la ley de la entropía. Y una vez que el desorden empieza sólo es posible que crezca exponencialmente.
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Todos los miedos de Pedro Ángel Palou
Eso es adrenalina pura, y también cuenta para dedicarte a ese oficio que se ha vuelto el más peligroso en México. La sensación es más primitiva. Más elemental. Quizá porque la verdad sabe muy bien, o porque es lo más cercano al orden dentro del caos. Porque la verdad da sentido a lo que no lo tiene.
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Pedro Ángel Palou
Somos como los perros, animales de costumbres. Nos tiramos a dormir en la misma pinche alfombrita meada.
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Todos los miedos de Pedro Ángel Palou
Eso es el pasado. Y de nada sirve vivir en el país del pasado. Lo único que ocurre es esta pinche hora, este segundo hijo de la chingada en el que o matas o te matan. Todo lo demás es silencio. Un silencio que pone los pelos de punta, no por lo que anuncia, sino por lo que elimina. Mientra ocurre el silencio muere otro pendejo en este país que alguna vez se llamó México.
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La edad de la inocencia