La historia del silencio de Pedro Zarraluki
Aquello bastó para que se abriera uno de esos imprevisibles abismos cotidianos, tan agobiantes y poéticos. Nuestros pies casi se tocaban, pero el espacio que mediaba entre nosotros se fue ensanchando hasta formar un valle inmenso lleno de bosques, con un río amplio y caudaloso en su fondo sin barcas ni puentes que lo cruzaran, y una brisa que removía el peso de los muchos siglos allí depositados.
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