Al servicio del Imperio de Pedro Santamaría Fernández
Una nube de sombras alargadas surgió a espaldas de la cohorte, silbó sobre sus cabezas, oscureció el sol un instante y, acto seguido, cayó sobre los judíos abatiendo a docenas de ellos. El cántabro alzó el escudo para detener el primer golpe, asestado por un gigante con más fuerza, odio y saña que pericia.
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